jueves, febrero 05, 2009

Más realidad que sueño


Me levanté de la cama, y una estela de estrellas me elevó un metro del suelo, después salí volando por la ventana de mi cuarto y, enseguida, me encontré en el mar, que lo estaba oliendo desde que empecé a abrir los ojos. 

Tenía mucho frío y, por arte de magia, me vi arropada al instante por una especie de túnica transparente, y se dibujó una sonrisa en mi cara.

Miré hacia adelante y me encontré de frente con un rascacielos. Me produjo una sensación de sorpresa que hacía tiempo que no experimentaba. A pesar de la velocidad a la que estaba volando empecé a oir una voz que me venía de una ventana del rascacielos, era una chica desde el úiltimo piso que me llamaba por mi nombre y me decía que fuera hacia ella.

Cuando me la encontré de frente me di cuenta de que era exactamente igual que yo. Me miraba sonriendo, y después de la sonrisa vino la carcajada, supongo que sería al ver mi cara de asombro. Estaba guapísima, y su cara reflejaba una expresión de satisfacción como nunca la había visto antes.

Me invitó a entrar en su casa, y entré. Me miré y ya no tenía puesto el pijama, sino un traje precioso, blanco. Su casa era el lugar más confortable en el que había estado en mi vida. Miré hacia la ventana y ya no se veía el cielo, sino un jardín enorme, lleno de flores de los colores más brillantes y bonitos que jamás había visto. Se oían voces de niños jugando y riendo.

Su casa era blanca, muy blanca. No oía muy bien la voz de la chica pero entendía todo  lo que me decía y me gustaba. Por una extraña razón me fiaba de ella y mi estado de ánimo se sentía igual de bien que todo lo que me rodeaba. 

Salimos por la puerta de atrás de la casa y había otro jardín más bonito y más grande que el anterior. Me invadió una sensación de alegría tan grande que no pude hacer otra cosa más que empezar a reírme con todas mis fuerzas. 

De repente, la misma sensación que tuve en mi cuarto. La estela de estrellas de nuevo vino a por mí. Esta vez me llevaron por la calles de una ciudad nunca vista por mí anteriormente. Sonaba una música muy bonita. Miré a mi alrededor y veía a mucha gente caminando por las calles, gente que corría, gente que estaba sentada en un parque, gente que iba en coche, gente...

Miré hacia arriba y el cielo era muy azul, y el sol brillaba como nunca. Al mirar de frente estaba en la playa. Hacía calor y me bañé. Empecé a nadar como cuando era pequeña, haciendo piruetas durante horas en el mar, saliendo sólo para respirar y volvía a sumergirme buscando peces a los que perseguir. 

Al salir del agua volví a ascender por los aires. Iba hacia mi casa de nuevo. Por unos minutos perdí la noción del tiempo, cuando la recuperé estaba entre sábanas, como acabada de despertarme. 

Abrí los ojos y noté una extraña sensación en la cabeza, tenía los pelos mojados. Me destapé y mi camisón era blanco, precioso. Miré hacia la mesilla de noche y había un trozo de papel doblado y mi nombre escrito en él. Lo abrí y dentro había una fotografía. En el centro de la foto estaba yo, nunca antes me había visto con esa cara. Segura, tranquila y serena. Estaba sentada en un jardín lleno de flores de mil colores. 

Entre mis manos sujetaba un cartel que decía: "Vé a buscar lo que siempre has soñado, te está esperando."


miércoles, febrero 04, 2009

Hombre italiano - Hombre con mucho estilo


(Imagen de The Sartorialist)
El hombre italiano es un auténtico coñazo como pareja (lo digo con conocimiento de causa), pero una cosa es absolutamente cierta, llevan el arte en la sangre. 

Mi padre (italiano y cero coñazo, la excepción confirma la regla), desde que soy pequeña, me ha inculcado el arte de vestir bien y diferente a los demás mezclando tejidos y prendas. Siempre que salía me gutaba saber su opinión, y en más de una ocasión me mandó a cambiar de ropa. Ahora es él el que me pregunta a mí si me gusta cómo se viste.

Me animaba a mezclar vestidos de fiesta con calzado informal, incluso botas. O chaquetas de cuero encima del traje de fin de año. 

Hoy en día esta manera de vestir se denomina fashion, pero hace más de una década estos estilismos causaban sorpresa entre la gente, y más en Lanzarote, donde la gente va vestida igual para no llamar la atención.

Cada vez que iba a Ósimo, el precioso pueblo de mi padre, me quedaba sorprendida con la imaginación y el estilo con el que vestían los italianos. Tanto mujeres como hombres. La originalidad en su indumentaria, la capacidad de inventiva en el diseño en todas sus expresiones.

En Italia ha sido en el único país que he visto un coche con tapicería de piel plateada y firmada por Dolce & Gabbana, o a cuadros blancos y negros haciendo juego con los espejos retrovisores. 

Como me dice mi abuela (la española), de todas las cosas y personas hay que quedarse con lo mejor que te ofrecen, y yo de Italia me quedo, sin duda alguna, con su interminable capacidad creativa.






domingo, febrero 01, 2009


(Carácter chino de crisis: Peligro y Oportunidad)


Cierta vez un hombre decidió consultar a un sabio sobre sus problemas.

Después de un largo viaje hasta el paraje donde aquel Maestro vivía, el hombre finalmente pudo dar con él: - “Maestro, vengo a usted porque estoy desesperado, todo me sale mal y no se que más hacer para salir adelante”. El sabio le dijo: - “Puedo ayudarte con esto… ¿sabes remar?” Un poco confundido, el hombre contestó que sí. Entonces el maestro lo llevó hasta el borde de un lago, juntos subieron a un bote y el hombre empezó a remar hacia el centro a pedido del maestro. -”¿Va a explicarme ahora cómo mejorar mi vida?” -dijo el hombre advirtiendo que el anciano gozaba del viaje sin más preocupaciones. -”Sigue, sigue -dijo éste- que debemos llegar al centro mismo del lago”. Al llegar al centro exacto del lago, el maestro le dijo: -”Arrima tu cara todo lo que puedas al agua y dime qué ves…”.
El hombre, pasó casi todo su cuerpo por encima de la borda del pequeño bote y tratando de no perder el equilibrio acercó su rostro todo lo que pudo al agua, aunque sin entender mucho para qué estaba haciendo esto.
De repente, el anciano le empujó y el hombre cayó al agua. Al intentar salir, el sabio le sujetó su cabeza con ambas manos e impidió que saliera a la superficie. Desesperado, el hombre manoteó, pataleó, gritó inútilmente bajo el agua.
Cuando estaba a punto de morir ahogado, el sabio lo soltó y le permitió subir a la superficie y luego al bote. Al llegar arriba el hombre, entre toses y ahogos, le gritó:
-”¿Está usted loco? ¿No se da cuenta que casi me ahoga?”. Con el rostro tranquilo, el maestro le preguntó:
-”¿Cuándo estabas abajo del agua, en qué pensabas, qué era lo qué más deseabas en ese momento?”. -¡¡En respirar, por supuesto!!
-”Bien, pues cuando pienses en triunfar con la misma vehemencia con la que pensabas en ese momento respirar, entonces estarás preparado para triunfar…”.

Es así de fácil (o de difícil). A veces es bueno llegar al punto del “ahogo” para descubrir el modo en que deben enfocarse los esfuerzos para llegar a algo.

¡¡Qué grande es Rafa!!



Después de haber confesado en el post anterior que una de las personas que más me inspiran en mi trabajo diario es Rafa Nadal, no podía obviar su merecida victoria en el Open de Australia.

No voy a hacer ningún comentario deportivo porque, aunque jugué durante años al tenis y es un deporte que me gusta y entiendo, lo que me ha motivado a escribir este post es la capacidad de lucha de esta persona digna de admirar y de emular en todo lo que se pueda. 

No hay que ignorar bajo ningún concepto el equipo de profesionales que lo rodea que, junto con su personalidad y capacidad de superación constante, han sacado de él lo mejor. 

Todo esto es perfectamente extrapolable al sector empresarial. Por muy bueno que seas, por mucho afán de superación y de lucha que tengas, sino te rodeas de un buen  equipo no serás en absoluto capaz de llegar a lo más alto.

Aún así, ¡¡qué grande es Rafa!!