miércoles, marzo 05, 2014

Mamá, ¡voy a emprender!




Pues sí, señores. Me he animado a emprender. Después de tantos años como trabajadora por cuenta ajena, llevando una vida monótona de oficina, haciendo el mismo trayecto cada día y viendo los mismos caretos, di el salto al mundo del autónomo. En este fluctuante, pero apasionante mundo, en el que aún estoy, llevo 4 años, en los que, de cliente en cliente, de ponencia en ponencia, de clase en clase, y leyendo siempre mucho, he aprendido más que en dos másters juntos.

¿Y por qué he decidido dar este salto? Pues básicamente por manera de ser. Si no avanzo y hago cosas nuevas, me ahogo. Así de exagerada soy, pero mis energías ya estaban menguando, y las situaciones me estaban diciendo que tenía que cambiar rápidamente.

Me quedo en el mundo del gran consumo femenino, que es en lo que estoy especializada y es lo que más conozco, tanto la parte de las necesidades de cliente, como las necesidades de las usuarias. Esta es una de las mejores cosas que tiene haber gestionado cuentas y haberme dejado el tipo sacándolas adelante junto con el cliente, que terminas conociéndolos a ambos al dedillo. Y como aún la estructura no está montada, prefiero contarles de qué irá mi empresa más adelante. Lo que sí les puedo adelantar es que nada tiene que ver con agencia.

A esta idea llevo dándole vueltas años, no ha sido cosa de un día para otro, pero si he aprendido algo estos años, es que las ideas de empresa que se vayan fraguando ir contrastándolas con las necesidades de los potenciales clientes. ¿Se imaginan meses, dinero y recursos invertidos en un producto o servicio que nadie quiere? Suena obvio, pero he podido ver que ocurre más a menudo de lo que imaginaba. Y ese norte no hay que perderlo nunca. De hecho, esto lo leí en un libro de acerca de las presentaciones de Steve Jobs "The presentation secrets of Steve Jobs".  Es uno de mis libros, casi de cabecera, y recuerdo que Steve Jobs decía que cada vez tuviésemos una idea de empresa, producto, servicio... nos pusiésemos en lugar del posible cliente y nos preguntásemos: "Why should I care?" esta pregunta parece fácil de responder, pero no lo es. ¿Por qué nuestro producto o servicio le debe importar a nuestros clientes?

Otro de los aprendizajes que voy adquiriendo es el equipo. Ir formando un equipo multidisciplinar, que sepa mucho de lo que tú, o yo, no tengamos ni idea, o no seamos especialistas. Y el dinero... inicialmente no pienso pedir un duro a nadie, me las arreglaré solita para reunir la cantidad de dinero que necesito, y en luchar con todas mis fuerzas en sacar mi proyecto adelante para que crezca. Y si todo va bien en un tiempo razonable, quizás podría plantearme la idea de pedir o recibir dinero de un tercero. Pero no soy muy amiga de esta forma de financiación, veremos qué me deparan las circunstancias.

Mi instinto. Ahora me guío por él más que nunca. Lo que me da buena espina, y lo que me da mala espina. Tal cual.

Y tengo miedo, lo admito. Miedo e ilusión, pero me encanta sentir esta sensación, porque es la que no me deja parar. (Sí, odio la palabra miedo, de hecho, siempre he dicho que tener miedo está pasado de moda, pero me refiero al miedo paralizador, y no el que te avisa de un peligro, que éste es el instinto).

Ya les seguiré contando en esta aventura en la que me he metido  y de la que pienso sacarle todo el jugo posible.