miércoles, mayo 27, 2009

la educación y las emociones


Alejandro Dumas firmó en el Museo Carnavalet de Paris "¿Cómo es que siendo los niños tan listos, los hombres son tan brutos?"; y el ingenioso autor añade: "Debe consistir en la educación".

Pues sí, la educación es la mayor culpable de la debilidad psíquica humana, determinadas por nuestros defectos innatos, hereditarios, por nuestra educación inadecuada, por nosotros en el transcurso de nuestro desarrollo físico y mental.

El gran problema es que no aprendemos a pensar. La Universidad nos atraca de conocimientos, de los que sólo podemos utilizar una parte mínima. Agobia nuestra memoria, y no perfecciona nuestra inteligencia sino en el sentido de una lógica rastrera que, según nos dicen, debe servirnos de arma para nuestra vida. Este “cultivo intelectual” no forma nuestro criterio, sino que lo anula porque nos hacen asimilar opciones ya hechas, sin enseñarnos a razonar.

La debilidad psíquica ha existido siempre, desde que el mundo es mundo. George Elliot dijo: “Hemos nacido en un estado de estupidez moral.” Y lo que más nos hace falta en la vida es el juicio, la visión clara de las cosas, que nos permitan ver las consecuencias de nuestros actos.

Los especialistas observan todos los días esta debilidad de carácter, esta ceguera ante la vida. Por mucha experiencia que hayan tenido con pacientes no paran de sorprenderse al oír ciertas confidencias. Asombra la escasa clarividencia moral que revela la conducta de la mayoría de la gente. Pero hasta el más escéptico de los especialistas logra disipar la desesperanza que le proporciona escuchar esta clase de argumentos y advierten con grata sorpresa que no todo está perdido, y que no es empresa imposible cambiar de mentalidad.

Todos sentimos con más o menos ímpetu la necesidad de liberarnos de nuestros defectos, de cultivar buenas cualidades, pero para ello es preciso creer en la posibilidad de cultivar el espíritu humano.

Después de haber escrito lo anterior no he hecho otra cosa que pensar en algún sistema válido para transmitir emociones a través de la web. Desde luego, y como era de esperar, no he encontrado la fórmula, pero sí me he puesto manos a la obra. 

Mi primer paso fue dirigirme a la librería y comprarme un libro que hablara acerca de las emociones. Si quiero saber cómo se transmiten primero tengo que saber de qué estoy hablando. Así que me dirigí a la librería El Puente y me compré el libro de Antonio Damasio "En busca de Spinoza".

Antonio Damasio es actualmente la persona que mejor conoce el mecanismo de las emociones en el mundo, ha sido Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Muchos de los premios los ha compartido con su mujer, Hanna.

El libro es técnico, pero no me resulta difícil de entender porque tengo muchísima curiosidad en saber cuál es el mecanismo de las emociones y, al menos por ahora, voy entendiendo algo.

Comprender la teoría de las emociones, cómo funcionan y cuáles son sus mensajes, es indispensable para la construcción futura de una teoría de los seres humanos más precisa. Por otro lado, hay una afirmación en el libro que me ha dejado perpleja pues cuenta que el éxito o el fracaso de la humanidad depende, en gran medida, de la manera en que el público y las instituciones encargadas de la gestión de la vida pública incorporen principios y políticas capaces tanto de reducir las aflicciones como de aumentar la prosperidad de las personas.

El hecho de que somos química ya lo hemos sabido siempre, y que somos tan manejables a través de nuestras emociones también, pero a mí este hecho no deja de sorprenderme porque a pesar de que pasen los siglos y esta circunstancia se repita una y otra vez, el ser humano siempre será vulnerable a través de sus emociones.

A lo mejor leyendo esto alguien puede pensar que esta es una manera de perder el tiempo o les causa risa pero, hay algo que me preocupa tremendamente y que tiene que ver con la falta de emociones y que yo sufrí en su día: El vacío de los universitarios al terminar la carrera. 

Los que hemos estudiado una carrera lo único que deseamos es terminarla cuanto antes y, una vez que la terminamos, nos encontramos con un inmenso vacío que nos hace plantearnos: ¿Y AHORA QUÉ?

A menos que se tenga la madurez y responsabilidad suficiente como para ir currándote tu futuro mientras estudias la carrera, lo más probable es que aterrices de un modo forzoso en la realidad: Altas tasas de paro, dificultad para encontrar el primer trabajo, altos requisitos para trabajos muy mal remunerados, empresarios déspotas y explotadores...y, sí, en muchas ocasiones una pobre formación.

Por qué a tan pocos universitarios se les ocurre la magnifica idea de emprender. Fundamentalmente es por el miedo. Miedo a tener que luchar. El trabajo más deseado es el de funcionarios: cero riesgos, trabajo seguro.

Eduard Punset opina, muy acertadamente, que la cuestión radica en la educación universitaria. En la necesidad de la educación de valores para fomentar el espíritu emprendedor entre los universitarios españoles. Sugiere empezar a trabajar antes de ello con la "competencia emocional". 

 En definitiva, aprender a lidiar con las emociones no beneficiará sólo a los estudiantes que quieren montar una empresa sino a toda la sociedad.

Y termino este post tal y como lo empecé, cómo se pueden transmitir este empuje emocional a través de una herramienta que puede llegar a todos como es la web 2.0