sábado, febrero 20, 2010

La inteligencia vs la educación


La educación está dirigida a hacer adoptar a nuestros hijos o alumnos las ideas que determinarán su conducta ulterior. Aquí comienza nuestra andadura en los conocimientos de la vida, en nuestra educación.

Para nosotros se trata de encontrar nuestro camino, como un turista que trata de escalar una cima alta. Buscará el camino, aprovechando su experiencia personal, y cuando lo haya encontrado no se quedará quieto, sino que lo seguirá.

Lo que necesitamos en esta vida no es la voluntad que tantos pretenden tener, cuando no son más que voluntariosos. Es decir, esclavos de sus impulsos. Lo que nos hace falta es Inteligencia. Spinoza lo expresó de la siguiente manera: “La inteligencia y la voluntad son una sola y misma cosa.”

Pero, a su vez, a la inteligencia se le da un sentido demasiado restringido, pues cuando se califica a otra persona de inteligente es cuando demuestra poseer ciertas aptitudes intelectuales. La inteligencia no es unidimensional, mas bien, todo lo contrario.

Inteligencia viene del verbo latino intelligere, que quiere decir comprender. Todos los días vemos a personas muy “inteligentes” en el mundo de las ciencias, de las artes, de la política pero que no comprenden y son muy débiles de espíritu.

Les falta precisamente la inteligencia más necesaria, la que hace a los hombres y mujeres. Por ello, la educación que deberíamos recibir de nuestros educadores es la formación de esa inteligencia emocional que nos permite discernir y afrontar los obstáculos del camino ya identificado, bordeado de precipicios.

Las demás formas de inteligencia son inferiores sino tenemos una buena y sólida base de inteligencia emocional. En este caso, nuestro castillo corre el serio riesgo de desmoronarse. Tenemos universidades que nos forman como excelentes profesionales, pero lo que realmente nos hace falta es una escuela para formar hombres y mujeres. Como esa escuela no existe, tenemos que acudir a la auto-educación.

Así como no hay pensamiento libre, no puede haber tampoco educación de sí mismo verdaderamente libre. Nos es imposible querer pensar, o querer trabajar en nosotros mismos para engendrar una idea nueva. Lo que sí podemos hacer es desarrollar lo adquirido, profundizar en las ideas que nos han inculcado, y cada vez que añadimos algo que no ha sido adquirido es fruto de la experiencia, nuestro propio maestro.

Pero la auto-educación no se despierta en nosotros de una manera espontánea, sino que nace cuando descubrimos el tesoro que guardamos dentro.

Esta auto-educación es pasiva en el sentido de que nace de un impulso interno, que no seguimos sino encontramos un gran placer en ella. No vamos a añadir ideas nuevas, eso pasa con los descubrimientos científicos, aportan novedad, conocimientos nuevos a la humanidad. Pero nosotros con la auto-educación sólo vamos a manejar con ideas que han existido desde el principio de los tiempos.

Precisamente porque no pensamos lo que queremos sino lo que podemos, la auto-educación está dirigida a iluminarnos la senda del camino que nos corresponde y cuando se lleva a cabo acertadamente nos liga a un estado de tranquilidad interior que nos aporta la seguridad de saber que estamos en la dirección correcta. Es la construcción de nuestro ideal.

Pero podemos cometer el error de abandonar nuestro ideal, eso pasa cuando lo colocamos muy alto, cuando creemos que no es un objetivo a nuestro alcance. Es verdad que nos perdemos a menudo. Que nos olvidamos de dirigir nuestra mirada al astro interno que nos guía, pero siempre está, Levanta la cabeza! Nada de desanimarse ni de tomar como guía, para facilitar la cosas, algo más cercano a nuestro estado actual.

Cada vez más necesitamos de la felicidad íntima que resulta de la armonía entre nuestra conducta y la aspiración de nuestro ideal: Seguir nuestro camino.

jueves, febrero 18, 2010

Había una vez...alguien que quiso cambiar el mundo, su mundo.

¿Suena muy pretencioso? Puede, pero es así. Cuando emprendes una acción, una carrera, una empresa, una aventura lo que más te gustaría es cambiar el mundo, ver cómo tu acción cambia el status quo imperante.

Lo primero que una persona debería saber para empezar a cambiar el mundo es que no deben vivir la vida que los demás esperaban que viviera. A partir de ahí, planteémonos "la pregunta":

¿Qué desearías hacer realmente en la vida?

Empezamos fuerte, no? Si no tuvieras que hacer lo que haces ¿qué estarías haciendo ahora? Visualiza para ti cómo sería un día perfecto desde que te levantas y desayunas hasta que te acuestas. Incluye en tu visualización qué harías en cada hora del día, incluso con quién hablas, qué le dirías y cómo.

A partir de este ejercicio márcate una meta para conseguirlo y fíjalo como objetivo real, que se pueda cumplir. Acto seguido, coge papel y lápiz y escribe cómo sería tu día perfecto, pero esta vez combinado con tus metas reales, y así ya podrás empezar a esbozar lo que quieres hacer en tu vida, hacia dónde dirigir ese torrente de energía que tienes dentro y que no hace otra cosa que girar en todas direcciones.

¿Sabes lo más fascinante de marcarse metas a largo plazo? Pues que no sólo puedes alcanzarlas, sino que además, en mucho menos tiempo del que pensabas. Esto sucede porque tendemos a sobrestimar lo que podemos hacer en un día y a subestimar lo que podemos alcanzar con el tiempo.

Conectado con lo anterior está esa marca distintiva de cada ser humano. Lo que puede aportar de manera exclusiva al mundo. Pero alto! no todo es egoísmo. Si fuera así, los objetivos no se alcanzarían. Nunca te olvides que la humanidad sufre de grandes problemas. Si no eres capaz de empatizar con el dolor ajeno, nunca serás nadie. Empatiza y haz algo por los demás. Entonces estarás empezando el camino para cambiar el mundo. Tu mundo.

Obviamente necesitamos herramientas, utensilios y estas son:

- Una pasión inagotable. Es la herramienta más importante porque además mantendrán alejados a los que te querrán echar abajo el plan a toda costa.

- Una meta muy específica. Es recomendable saber que la meta hay que tenerla clara, pero la estrategia a seguir para conseguirla no tiene que ser siempre la misma. En este apartado yo me imagino hablando con la persona más influyente del planeta y contándole mi plan de acción. Por supuesto fliparía! ;-) (Para mí no hay nada imposible ni nadie inalcanzable).

- Una historia persuasiva y capacidad de convicción. Está claro, no? Tiene que conmover, persuadir, convencer. ¡Primero a ti! ¿Te emocionas imaginando consiguiendo tu meta?

- Habilidades que solucionen problemas de los demás. Sí...ya lo dijimos antes. No puedes avanzar sino empatizas con el dolor ajeno. Dar sin esperar a recibir nada a cambio. Este es un camino para buenas personas, personas de gran corazón.

- Un pequeño ejército. Aquí llega la parte que más me gusta: las redes sociales. Ya lo tienes claro: tu meta, el camino a seguir, tus habilidades encima de la mesa, tu diálogo introspectivo, tu pasión a prueba de bomba...y ahora ya estás preparado para usar las herramientas.

Como ves, no hay una guía perfecta ni una lista enumerada, ni un decálogo a seguir. Las claves son la determinación, la resistencia, la perseverancia, trabajo duro, cositas claras, empatía, solidaridad y un instinto feroz!

¡¡¡Buena suerte!!!

¿Quieres saber algo más? ¿se me escapa algo que te interesa saber? soy consciente de que hay mucha gente en la parrilla de salida sin saber qué pasos dar. Yo estuve así también. Si quieres contactar conmigo: manuelabattaglini@gmail.com





lunes, febrero 15, 2010

La excelencia


Tengo el placer de haber escrito este post con la colaboración de Sergio y Oliver, autores del blog Formación y Talento. Antonio Machado decía "caminante no hay camino, se hace el camino al andar...".

Hace unos días recibí en mi bandeja de entrada un enlace de un post de en el que se hablaba de la importancia de la imagen, o más bien, de la importancia que los demás le damos a la imagen. Como bien dice Joan Jiménez, todos somos una marca, y esa marca está definida por lo que los demás piensan de nosotros.

A mí particularmente el tema de la imagen siempre me ha parecido muy curioso y muy alarmante al mismo tiempo, porque los seres humanos juzgamos a los demás desde el punto de vista de nuestros principios, por lo que se vuelve un baremo extremadamente subjetivo.

Elegimos a nuestros socios si su imagen se corresponde con la idea que tenemos de “empresa en condiciones”, ocurre lo mismo con nuestras amistades y también con nuestras parejas. Dudamos del profesional que se presenta ataviado de acuerdo a su manera de ser, sea la que sea y, en cambio, nos fiamos de trajes y corbatas por el mero hecho de creer que corresponden a una imagen de persona seria.

Con tanto racionalizar la vida hemos dejado a parte algo tan esencial y tan acorde a la raza humana, como es el instinto. El instinto es ese pequeño pero infalible detector que te pone alerta ante una situación determinada, ante un peligro, ante una persona.

Las personas que han tenido éxito en la vida son las que han tomado decisiones rápidas porque su olfato les ha indicado que no debían dejar de pasar la ocasión. Puro instinto. Quizás es hora de empezar a usar el instinto en nuestra relación con las personas.

Pero yo creo que sólo hay una manera de salir de este círculo vicioso por el cual se rige la inmensa mayoría y es: la excelencia. Ser el mejor, o pertenecer al grupo de los mejores.

Pero sólo hay sitio para unos pocos en este olimpo, y por este motivo es que hay que actuar siempre con excelencia. En palabras de Aristóteles: “Somos lo que hacemos día a día; de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito”.

Cuando somos excelentes nadie nos va a cuestionar cómo vestimos, ni si llevamos el pelo largo y con coleta, ni si caminamos de cierta manera o si vivimos en medio del campo. A las personas excelentes se les admira por lo que hacen y por lo que son, y no por lo que tienen.

Seamos excelentes para que la imagen, los prototipos, los prejuicios y estereotipos no tengan relevancia en nuestro quehacer. ¿Pero qué es la excelencia desde el punto de vista empresrial? Desde hace varios años vienen implantándose en las empresas sistemas de gestión de la calidad (a todos nos suenan las normas ISO), o modelos menos normativos como el que se establece a partir del EFQM.

La calidad significa aportar valor al cliente, esto es, ofrecer unas condiciones de uso del producto o servicio superiores a las que el cliente espera recibir y a un precio accesible. También, la calidad se refiere a minimizar las pérdidas que un producto pueda causar a la sociedad humana mostrando cierto interés por parte de la empresa a mantener la satisfacción del cliente.

Una visión actual del concepto de calidad indica que calidad es entregar al cliente no lo que quiere, sino lo que nunca se había imaginado que quería y que una vez que lo obtenga, se dé cuenta que era lo que siempre había querido.

Entendamos entonces que la excelencia como un proceso de "calidad total", donde la mejora es continua. Nos hemos acostumbrado a los esfuerzos que hacen muchas organizaciones por ofrecer la excelencia, tanto en sus productos como en sus servicios, que quizás hemos olvidado el esfuerzo personal que debemos hacer nosotros mismos para ser excelentes. No es suficiente con ser bueno; vayamos un poco más allá y ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos, busquemos un valor añadido y una ventaja competitiva.

Estamos en la era de las personas, en un mundo regido por la tecnología pero que tiene muy en cuenta que detrás de cada teclado hay un ser humano. Pero no es el momento de todas las personas. Ahora es cuando hay que demostrar que realmente somos excelentes para ganarnos, primero nuestro propio respeto, y después, el respeto de los demás. Y es aquí cuando ya nos podemos presentar al mundo “en bombachos y cholas” que nadie nos va a cuestionar.

¿Qué haces tú para lograr la excelencia?

domingo, febrero 14, 2010

Queremos estar conectados. Los de la vieja escuela, ¿lo entienden?

Hola amigos, ¿qué tal están? Saben...no he hecho otra cosa estos días que darle vueltas a la cabeza con un tema que me apasiona y me preocupa al mismo tiempo, y no es otra cosa que la interconexión entre nosotros.

He estado revisando los comentarios a los posts que he escrito los días anteriores y me he dado cuenta de algo muy importante y esclarecedor: Necesitamos estar conectados y expresar libremente lo que sentimos. Necesitamos esa plataforma de unión y de encuentro en el que marcar la diferencia y lanzar nuestro mensaje.

Queremos sentirnos comprendidos y saber que, aunque nuestra visión del mundo no es la misma que la gran mayoría, marcamos la diferencia del camino menos transitado.

Las redes sociales han venido para quedarse, pero no para que cuatro "todo poderosos" nos sigan gritando las normas por las que tiene que regirse nuestro comportamiento. Te impondrán títulos, pasantías, respeto a la autoridad, escalar puestos pese a quien le pese, y una predisposición total a la obediencia.

También te encontrarás a los mediocres negativos que ni avanzan ni quieren que avances. Se reirán de tus ideales, intentarán rebatir todos tus comentarios y todo tu entusiasmo. Por eso hay que aprender a saber con quién hablamos de estas cosas.

Pero, eso ya se acabó.

Las redes sociales manifiestan una necesidad humana de expresión, pero en formato digital. Queremos estar conectados, marcar la diferencia, y pertenecer a un grupo (de hecho ya pertenecemos) y liderar un movimiento (que de hecho ya existe) con un gran mensaje:

CAMBIEMOS EL STATUS QUO

Esto está íntimamente conectado con la misión que tenemos en la vida y con esa característica especial que tiene cada ser humano que marca la diferencia con el resto. Sólo si quiere.

Habrán momentos de ruido ensordecedor, de peleas internas y externas. Habrán momentos de crisis, de dolor intenso y de dudas. Habrán obstáculos tan grandes y largos que casi podrán convencerte para que des media vuelta. Pero quien resiste gana.


P.D. No apto para todos los públicos.