domingo, marzo 24, 2013

TEDx Badajoz, un viaje de no retorno. Un camino de reflexión.


Esta semana estuve en Badajoz con motivo del TEDx Badajoz. El tema central del evento era Actitud CO: Colaborar, Cocrear, Coedades, Coworking... y a mi me tocó Conectados.

Antes de seguir con la exposición de lo que para mi es estar conectados en la era de la conexión, he de decir que asistir a este evento fue un auténtico placer por la gente que conocía y volví a ver, como Ángel Álvarez Taladriz, organizador del evento, y que nos hizo pasar unas horas entrañables, a mi amigo Amalio Rey, que siempre es un enorme placer verle, porque es de esas personas que son tan naturales y auténticas que su visión de las cosas es muy enriquecedora. A Maica Gómez Quintanilla, voluntaria en la organización del evento, y flamante delegada de Aerco-PSM en Extremadura, y a Abel Hernández, máquina del Social Media y otro filón de Aerco-PSM en Badajoz. 

Además, tuve la enorme suerte de conocer a Félix Lozano, con el que compartí trayecto de ida y de vuelta, y les aseguro que 8 horas de carretera dan para hablar de muchas cosas, y con una persona como Félix, con esa enorme inteligencia, y esa enorme sensibilidad, el viaje de ida se convirtió en punto de no retorno para mi, pues compartí ciertos sentimientos encontrados con el lugar en el que nací que desembocaron en descubrimientos muy positivos y reconciliadores. 

Siempre he pensado que quien no tenga una relación amor-odio con la tierra en la que nació, no la ama de verdad. 

Pues una vez dicho esto, paso a contarles en qué versó mi charla de 18 minutos, que más que una charla fue una reflexión y un repaso a ciertos acontecimientos de mi vida que me han traído donde estoy ahora. 

Hace unos años, yo vivía en Madrid. Era abogado fiscalista y urbanista y tenía una trabajo normal, con un trabajo que me permitía llevar una vida normal y vivía en un barrio normal (nota: la normalidad es un punto de vista 100% subjetivo). Todo lo que acontecía en mi vida era normal, pero lo peor de todo es que esa normalidad no me hacía feliz, y es me hacía sentir frustrada y fracasada, pero es que tampoco le ponía remedio, me limitaba a dar vueltas sobre mi propio eje, no tenía un objetivo, ni rumbo fijo. 

Entonces ocurrieron una serie de acontecimientos personales/familiares que me llevaron a mi isla de nuevo. Lo dejé todo, trabajo, piso, barrio...Tenía que estar junto a mi familia en esos momentos, pero al fin y al cabo, era una vuelta al lugar al que nací, pero no era una vuelta victoriosa, no había conseguido nada excepcional en mi vida, nada de lo que me sintiera orgullosa. La sensación de fracaso era enorme. Pero a medida que pasaban los días una luz se encendía en mi interior y decidí aprovechar esa circunstancia en mi vida para descubrir para lo que había nacido. Por lo tanto, inicié un proceso de búsqueda interno, un diálogo introspectivo duro y largo en el tiempo. Fue un período de grandes descubrimientos que guiaron mi búsqueda exterior. Por primera vez en mi vida aquello que hacía estaba en sintonía con lo que pensaba y con lo que sentía. 

Me pasaba horas en internet leyendo todo tipo de información, y comprando libros en la librería El Puente, y mandando a pedir otros que descubría y no los tenían. Así fue cómo descubrí las redes sociales, y me pasé más de dos años estudiando a fondo todo lo que tenía que ver con este tema, descubriendo autores, temas, y dando rienda suelta a mi creatividad, que es lo que más deseaba en esta vida. Por fin había descubierto aquello por lo que sentía verdadera pasión, y sabes que lo has descubierto porque se activa un motorcito dentro de ti que no te deja parar durante horas y horas todos los días, e incluso te pide más. 

Pues al descubrir las redes y meterme de lleno en su estudio, iba descubriendo a gente muy interesante en nuestro país, gente con altos conocimientos, y con mucha calidad humana, y fue a través de ellos, mi comunidad, la comunidad correcta, que me confeccioné una vida en Barcelona desde Lanzarote. Organicé un mercadillo de ropa de segunda mano en el patio de casa de mi abuela, ahorré 3.000€ y me fui a trabajar gratis, y con todas las energías concentradas en conseguirlo. 

¿Y esto por qué sucedió? porque estas ganas de prosperar y de salir adelante eran verdaderas, salían de dentro, y eso me hizo dar con las personas correctas e introducirme en la comunidad correcta.

Pero no todo es bueno en la era de la conectividad. Los smartphones están cambiando nuestros hábitos de vida, pero sobretodo, quiénes somos. Tenemos una imperante necesidad de contar de manera constante qué nos sucede en cada momento, y lo que es peor, independientemente del lugar en el que nos encontremos e independientemente de las personas de las que estemos rodeados. Contamos lo que nos sucede en reuniones, en nuestro trabajo, en entierros, en la ambulancia, en casa, conduciendo... Esto nos está causando un enorme problema, y es que nos está alejando de nuestros seres queridos, y lo que es peor, de nosotros mismos. Ya no hay momento para la reflexión, ni para el diálogo interno. Si estamos solos recurrimos al móvil para mandar mensajes en cualquier plataforma y recibir feedback inmediato. Y lo que es peor, esta manera de entender la vida se la estamos transmitiendo a nuestros hijos, sin hacerles entender que las personas que están en contacto directo con su vulnerabilidad y su imperfección, porque somos vulnerables e imperfectos, son las que se comportan de manera auténtica y son realmente las más felices. Si tenemos un mal día, ¿por qué no decirlo?, si nos sentimos asqueados por alguna circunstancia, ¿por qué no manifestarlo?, si nuestro día está siendo un rollo y un aburrimiento, ¿por qué tenemos miedo a que los demás lo sepan?. ¿Pero saben qué? Es justo esa vulnerabilidad y esa imperfección las que nos hace dignos de pertenecer a una comunidad y nos hace dignos de recibir amor. Nadie se enamora sanamente de una persona que se manifiesta perfecto y alegre todos los días de su vida. 

Pero tampoco es todo malo en esta era de las conexiones virtuales. En esta época de crisis cruel y de recortes en educación, deben liarse la manta a la cabeza y prescindir de terceros para que les saque la castañas del fuego. Deben ser ustedes quiénes lo hagan. Si algo extremadamente maravilloso tiene internet y las redes sociales es que se puede acceder a un conocimiento de un altísimo nivel y valor colocándonos en el contexto adecuado, es decir, siguiendo a las personas que emiten ese contenido, y estando en contacto con ellas. 

Sean valientes, saquen de dentro esas ganas de luchar y de prosperar, inicien ese camino sin retorno que es el de conocerse a sí mismos e inicien una búsqueda externa paralela. Averigüen para qué han nacido, y cuál es su talento, usen las redes para dar con la comunidad correcta, adquieran conocimientos, fórmense por cuenta propia, y construyan su propia profesión, adaptada a sus aptitudes, a su manera de ser. Y una vez hecho esto, sólo les queda triunfar.