viernes, enero 30, 2009

¿Y a ti quién te inspira?


Es fundamental encontrar y saber qué y quién nos inspira. Estaría muy bien elaborar una lista para ordenar tus ideas respecto a este factor: Tu inspiración, ¿quién te la proporciona?

Por cierto, la inspiración no llega sola mientras miras la cara de tu ídolo durante 5 horas. Como dice el dicho "Que la musa me coja trabajando".

Quién me inspira: Mi incombustible madre, es como la mujer fuerte del evangelio. Mi padre, cada año que cumplo lo comprendo más. Como no, mi abuela!!. La persona más inteligente que he conocido, y la más sofisticada, genial, buena, creativa, libre, diva, generosa y brillante. Y Rafael Nadal. Admiro su capacidad de lucha. No se rinde hasta el final.  

Qué me inspira: La gente por la calle, la playa, escuchar los sonidos de la vida (coches, naturaleza, gente...) y, como no, internet. Vivo dentro de la red!

Dónde me inspiro: Allá donde me llegue la inspiración. No tengo un refugio al que recurro a pensar, pero sí pienso y cavilo constantemente allá donde me encuentre.

Por qué me inspiro: Si no siento la inspiración mi vida no tendría sentido. Soy producto de ella.

Cómo me inspiro: Escuchando mucho, hablando poco.

Y a ti, ¿Quién te inspira?

Parálisis permanente

¿Alguien se acuerda de este grupo? Eran geniales. 

domingo, enero 25, 2009

Ser Vivida



Alejandro Dumas firmó en el museo carnavalet de París "¿Cómo es que siendo los niños tan listos, los hombres son tan brutos?"; y el ingenioso autor añade: "Debe consistir en la educación".

Pues sí, la educación es la mayor culpable de la debilidad psíquica humana, determinadas por nuestros defectos innatos, hereditarios, por nuestra educación inadecuada, por nosotros en el transcurso de nuestro desarrollo físico y mental.

El gran problema es que no aprendemos a pensar. La Universidad nos atraca de conocimientos, de los que sólo podemos utilizar una parte mínima. Agobia nuestra memoria, y no perfecciona nuestra inteligencia sino en el sentido de una lógica rastrera que, según nos dicen, debe servirnos de arma para nuestra vida. Este “cultivo intelectual” no forma nuestro criterio, sino que lo anula porque nos hacen asimilar opciones ya hechas, sin enseñarnos a razonar.

La debilidad psíquica ha existido siempre, desde que el mundo es mundo. George Elliot dijo: “Hemos nacido en un estado de estupidez moral.” Y lo que más nos hace falta en la vida es el juicio, la visión clara de las cosas, que nos permitan ver las consecuencias de nuestros actos.

Los especialistas observan todos los días esta debilidad de carácter, esta ceguera ante la vida. Por mucha experiencia que hayan tenido con pacientes no paran de sorprenderse al oír ciertas confidencias. Asombra la escasa clarividencia moral que revela la conducta de la mayoría de la gente. Pero hasta el más escéptico de los especialistas logra disipar la desesperanza que le proporciona escuchar esta clase de argumentos y advierten con grata sorpresa que no todo está perdido, y que no es empresa imposible cambiar de mentalidad.

Todos sentimos con más o menos ímpetu la necesidad de liberarnos de nuestros defectos, de cultivar buenas cualidades, pero para ello es preciso creer en la posibilidad de cultivar el espíritu humano.

Ha habido en los últimos 15 años un aumento desmedido de la venta de libros de autoayuda y de filosofías orientales sin precedentes. Yo misma soy una ferviente lectora del I Ching y del Tao, nunca fallan en mi mesilla de noche, y una vez a la semana, como mínimo, los consulto.

Está claro que la Autoducación es un recurso al que deberíamos recurrir con frecuencia, el auto-observarnos constantemente hasta que se convierta en un hábito y así escuchar los mensajes que nuestro subconsciente nos envía constantemente y que nunca nos paramos a escuchar.

Esta fórmula de auto-observación es un arma muy poderosa para combatir nuestras neuras. Se van deshaciendo nudos en nuetro cerebro que nos ayudan a afrontar la vida de otra manera.

Pero después de haber vivido muchas experiencias intensas en mi vida (y espero seguir teniéndolas, pero con menos frecuencia que antes!!), después de haberme pasado horas meditando acerca del sentido de mi existencia, del por qué de muchas cuestiones que sólo el tiempo me iba a responder, puedo afirmar que la vida no tiene sino un sólo objetivo: SER VIVIDA.