Alejandro Dumas firmó en el museo carnavalet de París "¿Cómo es que siendo los niños tan listos, los hombres son tan brutos?"; y el ingenioso autor añade: "Debe consistir en la educación".
El gran problema es que no aprendemos a pensar. La Universidad nos atraca de conocimientos, de los que sólo podemos utilizar una parte mínima. Agobia nuestra memoria, y no perfecciona nuestra inteligencia sino en el sentido de una lógica rastrera que, según nos dicen, debe servirnos de arma para nuestra vida. Este “cultivo intelectual” no forma nuestro criterio, sino que lo anula porque nos hacen asimilar opciones ya hechas, sin enseñarnos a razonar.
La debilidad psíquica ha existido siempre, desde que el mundo es mundo. George Elliot dijo: “Hemos nacido en un estado de estupidez moral.” Y lo que más nos hace falta en la vida es el juicio, la visión clara de las cosas, que nos permitan ver las consecuencias de nuestros actos.
Los especialistas observan todos los días esta debilidad de carácter, esta ceguera ante la vida. Por mucha experiencia que hayan tenido con pacientes no paran de sorprenderse al oír ciertas confidencias. Asombra la escasa clarividencia moral que revela la conducta de la mayoría de la gente. Pero hasta el más escéptico de los especialistas logra disipar la desesperanza que le proporciona escuchar esta clase de argumentos y advierten con grata sorpresa que no todo está perdido, y que no es empresa imposible cambiar de mentalidad.
Todos sentimos con más o menos ímpetu la necesidad de liberarnos de nuestros defectos, de cultivar buenas cualidades, pero para ello es preciso creer en la posibilidad de cultivar el espíritu humano.
Está claro que la Autoducación es un recurso al que deberíamos recurrir con frecuencia, el auto-observarnos constantemente hasta que se convierta en un hábito y así escuchar los mensajes que nuestro subconsciente nos envía constantemente y que nunca nos paramos a escuchar.
Esta fórmula de auto-observación es un arma muy poderosa para combatir nuestras neuras. Se van deshaciendo nudos en nuetro cerebro que nos ayudan a afrontar la vida de otra manera.
Pero después de haber vivido muchas experiencias intensas en mi vida (y espero seguir teniéndolas, pero con menos frecuencia que antes!!), después de haberme pasado horas meditando acerca del sentido de mi existencia, del por qué de muchas cuestiones que sólo el tiempo me iba a responder, puedo afirmar que la vida no tiene sino un sólo objetivo: SER VIVIDA.
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