Estoy casi segura de que a todos ustedes les han dicho alguna vez en la vida que "hay que darle tiempo al tiempo". Esta frase no nos quiere decir otra cosa que en la vida hay que tener paciencia.
Para una persona impaciete como yo, el trabajerse la paciencia ha sido un reto que me ha costado años de educarme a mí misma, años de reflexión y, sobretodo, años de experiencia. Los ataques de impaciencia me siguen atacando por la espalda, pero cuando el desaliento empieza a asomar la cabeza utilizo la razón e intento que desaparezca.
Una vez que he aprendido a ser paciente me doy cuenta la de cosas que se pueden llegar a entender. Te conviertes en una hábil observadora y obtienes los porqués de muchos dilemas que antes me atormentaban.
La paciencia unida a la no-acción es un ejercicio que requiere de mucha energía. Tanta que me agota en ocasiones pues, aunque todo está en movimiento y en continuo cambio, para una persona de naturaleza inquieta e impaciente como yo, a veces, el ritmo de la vida es muy lento, y otras, como arte de magia, te obliga a tomar una decisión en 20 segundos, tiempo en el que puede cambiar toda tu vida.
Conclusiones que he sacado: Después de tantos años de inquietud buscando un camino que recorrer, después de tanto tiempo caminando la senda menos transitada, después de tantos años indagando en lo más profundo de mi pensamiento he logrado tomar una actitud positiva y valiente ante la vida, sin miedo al devenir, sin miedo a perder y con muchas ganas de ganar.
También hay otro dicho que dice que "el que espera desespera", pero yo creo que este dicho fue inventado por alguien que nunca aprendió la lección, y esa lección es que en la espera está el secreto.
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