Una de las mejores maneras de enfurecer a un cliente es eludir la responsabilidad. Las líneas aéreas lo hacen, los contables lo hacen, los abogados lo hacen, los médicos también lo hacen...en el aspecto personal ocurre lo mismo. Eludimos responsabilidades.
La actitud más cómoda y más fácil que podemos adoptar a la hora de afrontar la vida es no asumir las consecuencias, y por ende la responsabilidad, de nuestros actos. Lo cómodo es culpar a alguna circunstancia, a alguna persona o incluso a algún acontecimiento desafortunado del pasado.
Una de las lecciones mas importantes que he aprendido en mi vida es que todo lo que rodea a mi vida, llamémosle circunstancias, están bajo mi responsabilidad y han sido producto de mis actos y decisiones y, desde un punto de vista más positivo, esto quiere decir también que mi vida está en mis manos y puedo hacer con ella lo que quiero y llegar a ser lo que me proponga.
Una vez que se aprende a adoptar esta mentalidad que te hace sentir que todo está en tus manos, hace que veas oportunidades donde antes no veías nada, te enseña a mirar con el cerebro y no con los ojos y a manetener un diálogo contigo mismo mucho mas inteligente y con otra perspectiva mas abierta, porque no hay límites.
Sinceramente, no soporto a la gente que no hace otra cosa que lamentarse de lo que le ocurre en sus vidas, de sus conversaciones que no mantienen un tono entusiasta hacia la vida y que su actitud es derrotista respecto a todo lo que acontece. Salvo en casos excepcionales, siempre puedes volar hacia el destino que consideres la mejor vida que puedes vivir.
No se puede tampoco malgastar tu preciado tiempo de vida en satisfacer las expectativas ajenas porque en esta vida cada uno de nosotros esta destinado a vivir una vida que le corresponde al 100% con una función determinada que sólo sabremos cuál es escuchando a nuestro corazón, sin miedo.
Volar o morir...esa es la cuestión.
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