Una de mis grandes pasiones en esta vida es la docencia. La he llevado siempre en la sangre. Cuando estudiaba derecho, daba clases de Civil a estudiantes desesperados de Aparejadores que no concebían aprenderse de memoria párrafos, para ellos, sin sentido.
Antes de colocarme delante de mis alumnos pienso en ellos como en mi comunidad. Me debo a ellos, y siento que, sin conocerlos, ya los quiero. No entiendo otra manera de transmitir conocimiento que desde el cariño y la empatía hacia las personas que tengo delante de mi. Sacar todo su lado creativo haciéndoles jugar, perder la compostura (entendida como comportamiento políticamente correcto), interesándome por cada palabra que pronuncien y sin criticar ni medio movimiento, por muchos fallos que cometan, pues la crítica es la mayor enemiga de la creatividad y del aprendizaje.
Pasión, siento verdadera pasión por mi trabajo, y transmitirla me emociona, y compartirla con mis alumnos me reconforta muchísimo porque me proporcionan riqueza en sus comentarios, en sus ideas, en sus caras de asombro porque su cerebro ha hecho... ¡click!.
Me alimenta esta faceta de mi profesión, me da vida y espero vivir muchos años para seguir disfrutándola.
2 comentarios:
¡¡Cómo te comprendo!!
Besadetes,
=;-)
¡Lo sé!
¡Más besos!
Manu
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