miércoles, febrero 11, 2009

Valores


Sabemos de sobra que los tiempos que estamos viviendo actualmente no son los mejores, ni mucho menos. En algunos casos podríamos decir que son tiempos nefastos y dramáticos, véase los trabajadores de la construcción, en paro y padres de familia.

En el otro lado de la moneda, empresarios que hicieron dinero en un corto espacio de tiempo y que actuaban con total desprecio hacia el resto de la humanidad, también están sufriendo los estragos de estos tiempos tan crueles colocándolos en una posición todavía inferior a la que se encontraban antes de amasar sus fortunas.

Los propietarios de pequeños establecimientos se pasan los días pensando que van a hacer al final de cada mes sin ingresos suficientes para que su negocio sobreviva.

Ante este panorama tan desolador hay algo que está resurgiendo de las cenizas, algo que dimos por perdido hace unos años. Hablo de los valores. 

Les puede parecer una estupidez y una ñoñería lo que les estoy contando, pero cuando llegas a casa derrotado porque las cosas, un día más, han vuelto a salir fatal, lo último que te apetece es discutir por las mismas nimiedades que hacíamos antes de que todo empezara a irse al traste.

Yo hacía años que no disfrutaba tanto de los almuerzos en familia como lo hago ahora, ni de la compañía de mis amigos reunidos en una plaza tomando un café, ni de una conversación telefónica con alguien.

Ahora mismo poco importan los kilos de más, o las arrugas, o las compras de ropa o los viajes porque a todos nos toca apretarnos el cinturón y volver a aprender a vivir con menos recursos pero con más valores, y eso ocurre porque sabemos que este mal actual nos azota a todos por igual, como si de una plaga se tratase.

Las crisis económicas traen consigo un giro en la mentalidad de quienes la sufren para, si se sabe aprender la lección, convertirlos en mejores personas, más maduras y solidarias.

Eso es lo que ha pasado conmigo. Hay muchas cosas por las que antes me preocupaba y ahora ni me doy cuenta que existen convirtiéndome en una persona mucho más flexible y transigente, dándome cuenta de que la normalidad, la realidad  y la existencia de cada ser humano son aspectos absolutamente subjetivos, y que nadie puede opinar sobre los mismos, es más, deben ser respetados en toda sus dimensiones.

No es la primera vez que me encuentro en una situación difícil, por eso sé que cuando uno cree que ya no hay salida, que ya todo se acabó y que es el fin, algo sucede que hace que veas de nuevo el cartel de exit-salida, y se sale. Ya lo creo que se sale.

De ahí el título de la maravillosa película de mi medio-paisano Benigni: La vita é bella!


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